SELLOS CONMEMORATIVOS DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

Conmemoración del Centenario de la Universidad (1842-1942).
Valentín Letelier Madariaga.
Andrés Bello López.
Manuel Bulnes Prieto.
Casa Central de la Universidad de Chile.
Don Manuel Montt Torres.

Escudo de la Universidad de Chile, vigente en 1942.

Sobre de Primer Día emitido por la Universidad de Chile con la firma del Rector.

Conmemoración del Sesquicentenario de la Universidad de Chile (1842 - 1992).
150 años Universidad de Chile 1842-1992.
Sobre primer día de emisión.
Block de souvenir.
Conmemoración del Centésimo septuagésimo aniversario de la Universidad de Chile (1842 - 2012).
170 años Universidad de Chile 1842-2012
Parte Superior Frontispicio Casa Central de la Universidad de Chile
Andrés Bello López
Valentín Letelier Madariaga
Amanda Labarca Hubertson
Sobre primer día de emisión
Matasellos primer día de emisión
Cuadro resumen

 

 

 

Conmemoración del Centenario de la Universidad (1842-1942).
MANUEL BULNES PRIETO (1799 - 1866),
Presidente de la República (1841 - 1851). Primer Patrono de la Universidad.

Descripción filatélica: 1942. Sello N° 189. Centenario de la Universidad de Chile.
Diseño: José Moreno B.
Fuente de imagen: A partir del retrato realizado por Raymond Q. Monvoisin, ubicado en el Museo Histórico Nacional.

Sobre el personaje:

Manuel Bulnes Prieto nació en las postrimerías del siglo XVIII. Desciende del coronel de las milicias realistas, Manuel Bulnes Quevedo. El espíritu militar se ha incrustado de tal modo en este apellido que en una centuria (1817 - 1927) han figurado cuatro generales en el escalafón: Manuel Bulnes Prieto, Manuel Bulnes Pinto, Wenceslao Bulnes Pinto y Manuel Bulnes Calvo.

En 1810 Bulnes era capitán y fue comisionado por el Gobernador García Carrasco para embarcar en Valparaíso a los patriotas Rojas, Vera y Ovalle.

Cuando se produjo el movimiento independizador de 1810, se mantuvo neutral; pero cuando desembarcó el General Pareja en Talcahuano se retiró del ejército. No participaba de las ideas realistas de su familia, y especialmente de su tío, Juan de Dios Bulnes Quevedo.

Descubierta su filiación de patriota, en 1816 fue confinado a la isla de Quiriquina, de donde salió después del triunfo de Chacabuco. Desde 1817 empieza propiamente la vida militar y heroica de Bulnes.

Incorporado al ejército patriota con el mismo grado que tenía en 1810, se encontró en numerosos enfrentamientos, lo que le labró fama de osado y de valiente. Peleó en el asalto de Talcahuano, en las Vegas de Saldías, que para él fue su principal hecho de armas; en Quechereguas, Cancha Rayada y Maipo, donde recibió las condecoraciones otorgadas a los vencedores de esa memorable batalla.

En 1818 se encontró en el asalto de Chillán y en numerosos hechos de armas contra Benavides y los Pincheiras. En 1831 ascendió a General de Brigada y gozaba de prestigio general en el ejército y el país. En 1838 se le confió el mando del Ejército Libertador del Perú y consiguió la destrucción de la Confederación perúboliviana del mariscal Santa Cruz.

Batalla de Yungay. Con 5.400 hombres se embarcó en Valparaíso el 13 de junio de 1838. Iba al Perú a desbaratar la conjuración del mariscal Santa Cruz, que había unido al Perú y a Bolivia para amenazar la paz y la libertad de Sudamérica.

Bulnes se halla en el Perú con su ejército. Obtiene varios triunfos y recibe la adhesión de numerosos ciudadanos y militares peruanos, que son desafectos al régimen del Protector.

Y llega su ejército a la vista del Cerro de Pan de Azúcar, cuajado de soldados y fortificaciones. Es la aurora de Yungay.

El General Bulnes comprendió que la línea enemiga estaba bien establecida y que el primer paso para empeñar la batalla general, debía consistir en atacar y rendir la plaza avanzada del Pan de Azúcar. Y esa fue su primera iniciativa.

Las tropas avanzaron, escalan el empinado picacho, reciben las cargas reiteradas del enemigo, siguen adelante, llegan a la cumbre, se baten cuerpo a cuerpo con el implacable enemigo, acuden refuerzos de ambos contendores, carga la caballería como el término del sangriento entrevero, y al cabo de seis horas de combate, de lucha a muerte y de ataques y defensas encarnizadas y siniestras, logra el general chileno, ayudado por las fuerzas peruanas leales a la integridad de su territorio, destrozar las fuerzas del Protector Santa Cruz y destruir para siempre la confederación del Perú y de Bolivia.

Se hacen miles de prisioneros, y el mismo culpable de aquel intento de opresión, en América pagó después su delito con un confinamiento en Chillán.

Ocupación de Lima en 1839. Los triunfos le acompañaron en toda su jornada restauradora, su ejército tomó posesión de Lima el 18 de abril de 1839, tras una pesada y ruda campaña en que cruzó los valles y sierras del Perú; venció en Matucana (18 de septiembre de 1838) y en Yungay (20 de enero de 1839).

Regresa a Chile y se le recibe con una manifestación tan grandiosa, que en 1841 se transforma en su exaltación a la Presidencia de la República.

En este cargo se reveló un mandatario tranquilo y preocupado del progreso material del país, aunque con ciertos resabios autoritarios y con una marcada tendencia a seguir la ruta interventora de imponer su voluntad y elegir representantes del pueblo a los que designara de antemano él mismo o sus agentes inmediatos.

Realizó obras de trascendencia histórica, como la fundación de la Universidad, la Escuela Normal, la de Artes y Oficios, del Conservatorio de Música, de la Sociedad Nacional de Agricultura, el ferrocarril de Copiapó, y la creación de la colonia de Punta Arenas, entre otras.

Bajo su gobierno se iniciaron trabajos públicos de importancia y el país gozó de paz algunos años. En cuanto abandonó la Presidencia y se hizo cargo su sucesor Manuel Montt, estalló una serie de revoluciones en contra del régimen que se inauguraba.

Batalla de Loncomilla. El General Bulnes aceptó la comisión de pacificar al país, se hizo cargo del ejército leal al Gobierno y batió sucesivamente, en Guindos, Petorca y Loncomilla, las fuerzas revolucionarias que mandaba el coronel Pedro Urriola, el General José María de la Cruz y José Miguel Carrera Fontecilla. La más encarnizada fue la batalla de Loncomilla, de la que salió victorioso. Este fue el último hecho público en que participó.


Fte. de extracto: FIGUEROA, Virgilio, op. cit, en Bibliografía, pp.281-282, Tomo II.