Sobre el personaje:
Manuel Bulnes Prieto nació en las postrimerías
del siglo XVIII. Desciende del coronel de las milicias realistas, Manuel
Bulnes Quevedo. El espíritu militar se ha incrustado de tal modo
en este apellido que en una centuria (1817 - 1927) han figurado cuatro
generales en el escalafón: Manuel Bulnes Prieto, Manuel Bulnes
Pinto, Wenceslao Bulnes Pinto y Manuel Bulnes Calvo.
En 1810 Bulnes era capitán y fue comisionado por
el Gobernador García Carrasco para embarcar en Valparaíso
a los patriotas Rojas, Vera y Ovalle.
Cuando se produjo el movimiento independizador de 1810,
se mantuvo neutral; pero cuando desembarcó el General Pareja
en Talcahuano se retiró del ejército. No participaba de
las ideas realistas de su familia, y especialmente de su tío,
Juan de Dios Bulnes Quevedo.
Descubierta su filiación de patriota, en 1816
fue confinado a la isla de Quiriquina, de donde salió después
del triunfo de Chacabuco. Desde 1817 empieza propiamente la vida militar
y heroica de Bulnes.
Incorporado al ejército patriota con el mismo
grado que tenía en 1810, se encontró en numerosos enfrentamientos,
lo que le labró fama de osado y de valiente. Peleó en
el asalto de Talcahuano, en las Vegas de Saldías, que para él
fue su principal hecho de armas; en Quechereguas, Cancha Rayada y Maipo,
donde recibió las condecoraciones otorgadas a los vencedores
de esa memorable batalla.
En 1818 se encontró en el asalto de Chillán
y en numerosos hechos de armas contra Benavides y los Pincheiras. En
1831 ascendió a General de Brigada y gozaba de prestigio general
en el ejército y el país. En 1838 se le confió
el mando del Ejército Libertador del Perú y consiguió
la destrucción de la Confederación perúboliviana
del mariscal Santa Cruz.
Batalla de Yungay. Con 5.400 hombres se embarcó
en Valparaíso el 13 de junio de 1838. Iba al Perú a desbaratar
la conjuración del mariscal Santa Cruz, que había unido
al Perú y a Bolivia para amenazar la paz y la libertad de Sudamérica.
Bulnes se halla en el Perú con su ejército.
Obtiene varios triunfos y recibe la adhesión de numerosos ciudadanos
y militares peruanos, que son desafectos al régimen del Protector.
Y llega su ejército a la vista del Cerro de Pan
de Azúcar, cuajado de soldados y fortificaciones. Es la aurora
de Yungay.
El General Bulnes comprendió que la línea
enemiga estaba bien establecida y que el primer paso para empeñar
la batalla general, debía consistir en atacar y rendir la plaza
avanzada del Pan de Azúcar. Y esa fue su primera iniciativa.
Las tropas avanzaron, escalan el empinado picacho, reciben
las cargas reiteradas del enemigo, siguen adelante, llegan a la cumbre,
se baten cuerpo a cuerpo con el implacable enemigo, acuden refuerzos
de ambos contendores, carga la caballería como el término
del sangriento entrevero, y al cabo de seis horas de combate, de lucha
a muerte y de ataques y defensas encarnizadas y siniestras, logra el
general chileno, ayudado por las fuerzas peruanas leales a la integridad
de su territorio, destrozar las fuerzas del Protector Santa Cruz y destruir
para siempre la confederación del Perú y de Bolivia.
Se hacen miles de prisioneros, y el mismo culpable de
aquel intento de opresión, en América pagó después
su delito con un confinamiento en Chillán.
Ocupación de Lima en 1839. Los triunfos le acompañaron
en toda su jornada restauradora, su ejército tomó posesión
de Lima el 18 de abril de 1839, tras una pesada y ruda campaña
en que cruzó los valles y sierras del Perú; venció
en Matucana (18 de septiembre de 1838) y en Yungay (20 de enero de 1839).
Regresa a Chile y se le recibe con una manifestación
tan grandiosa, que en 1841 se transforma en su exaltación a la
Presidencia de la República.
En este cargo se reveló un mandatario tranquilo
y preocupado del progreso material del país, aunque con ciertos
resabios autoritarios y con una marcada tendencia a seguir la ruta interventora
de imponer su voluntad y elegir representantes del pueblo a los que
designara de antemano él mismo o sus agentes inmediatos.
Realizó obras de trascendencia histórica,
como la fundación de la Universidad, la Escuela Normal, la de
Artes y Oficios, del Conservatorio de Música, de la Sociedad
Nacional de Agricultura, el ferrocarril de Copiapó, y la creación
de la colonia de Punta Arenas, entre otras.
Bajo su gobierno se iniciaron trabajos públicos
de importancia y el país gozó de paz algunos años.
En cuanto abandonó la Presidencia y se hizo cargo su sucesor
Manuel Montt, estalló una serie de revoluciones en contra del
régimen que se inauguraba.
Batalla de Loncomilla. El General Bulnes aceptó
la comisión de pacificar al país, se hizo cargo del ejército
leal al Gobierno y batió sucesivamente, en Guindos, Petorca y
Loncomilla, las fuerzas revolucionarias que mandaba el coronel Pedro
Urriola, el General José María de la Cruz y José
Miguel Carrera Fontecilla. La más encarnizada fue la batalla
de Loncomilla, de la que salió victorioso. Este fue el último
hecho público en que participó.
Fte. de extracto: FIGUEROA, Virgilio, op. cit, en Bibliografía,
pp.281-282, Tomo II.