SELLOS DEDICADOS A RECTORES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

Andrés Bello López.
80º Aniversario de la muerte de Andrés Bello.
Centenario de la muerte de Andrés Bello , 1965.
Bicentenario del nacimiento de Andrés Bello (1781 - 1865).
XXV Aniversario del convenio Andrés Bello de integración educativa, científica, tecnológica y cultural.
Ignacio Domeyko Ancuta.

150º Aniversario del nacimiento de Ignacio Domeyko.

200 Años del nacimiento de Ignacion Domeyko. Emisión común Chile-Polonia.
Diego Barros Arana.
IV Centenario de la fundación de Santiago.
Cincuentenario de su muerte.
100 años Internado Nacional Barros Arana, 2002.
Cuadro resumen

 

 

 

Diego Barros Arana (1830 - 1907), Séptimo Rector de la Universidad de Chile (1893 - 1897). Presidió los actos del quincuagésimo aniversario de la Universidad.
100 AÑOS INTERNADO NACIONAL BARROS ARANA, 2002.


Pie de Figura
Sobre Primer Día de Emisión. Internado Nacional Barros Arana 100 Años. 1902-2002.

Descripción filatélica: 2002, Sello Nº1.653 - 100 Años Internado Nacional Barros Arana.
Diseño:
Mauricio Navarro G.
Fuente de imagen:
A partir de fotografía en Archivo Central Andrés Bello.

Pie de Figura
Sello N°1.653. 100 Años Internado Nacional Barros Arana. El sello muestra el frontis del Internado B.A.; el escudo institucional, la efigie de D. Diego Barros Arana.

Pie de Figura
Fragmento del retrato de Barros Arana realizado por Carlos Alegría, ubicado en la Dirección del Instituto Nacional.

Sobre el personaje:

Es sin disputa el más grande de los historiadores chilenos. Su Historia General de Chile, que abarca desde el descubrimiento de Chile hasta la Constitución de 1833, es el monumento indestructible de su gloria.

Se le ha querido erigir una estatua para perpetuar su labor y su memoria (1925), pero aunque no se le haga esa demostración de gratitud pública, siempre su nombre vivirá lo que viva el país, cuya vida ha resucitado y relatado.

En los veinte largos años que empleó para redactar su obra magna, e igual período en acopiar los materiales, no sólo constituyó el palacio vívido y radiante de la historia de su patria, sino que incrustó su nombre con caracteres diamantinos en el alma de las presentes y futuras generaciones.

Ningún chileno medianamente culto podrá dejar de leer sus obras, admirar su vasto plan expositivo e inclinarse ante el conjunto de su labor fecunda y perseverante.

Se le ha motejado de sectarismo, de intolerancia, de que su estilo no es el estilo brillante de otros autores y de que su acción se ha concretado a veces a destruir creencias seculares y a infiltrar doctrinas nuevas en el espíritu de los hombres y de los tiempos; pero nadie podrá negar que su Historia General está basada en documentos inamovibles, que su trabajo revela talento y perseverancia, que su vida es un modelo de estudio y de enseñanza y que sus conocimientos enciclopédicos lo hacen aparecer en el escenario público como una de las grandes figuras contemporáneas y de todos los tiempos.

Fue un maestro y un sabio cuyo nombre no es sólo patrimonio glorificador de Chile sino también glorificador de América.

Nació en Santiago el 16 de Agosto de 1830 y era hijo de Diego Antonio Barros y de doña María Arana Andonaegui.

Hizo sus estudios de humanidades en el Instituto Nacional y no pudo seguir cursos superiores por la debilidad de su organismo. Se dedicó a estudios libres, a las bellas letras, a investigaciones históricas y a profundizar todo lo que pudo en el terreno de la filosofía y de las ciencias.

Publicó su primer ensayo histórico en 1849, titulado: "Vicente Benavides y las campañas del sur, 1848-1821". Esta obra esclarecía uno de los puntos más oscuros de nuestra revolución emancipadora. El periodista uruguayo, Juan Carlos Gómez, proscripto de su patria y que redactaba en El Mercurio de Valparaíso, escribió un párrafo honrosísimo sobre ella, declarando que descubría a través de sus páginas, al futuro historiador de Chile. Desde esa época su labor de investigador paciente y de historiador erudito, fue cada vez más asidua y provechosa para los libros y anales públicos del país y de América.

Dio a luz en 1852 su Opúsculo Histórico sobre el General Freire, trabajo nutrido de antecedentes curiosos e interesantes de la vida y época de tan ilustre guerrero. En 1853 fundó el periódico literario El Museo, en el que se inició como cronista en la prensa nacional. En 1854 colaboró en la Galería de Hombres célebres, que dirigía Irisarri. Pero su mejor obra de aquella época fue su Historia General de la Independencia de Chile, que abarca el período histórico y político de 1808 a 1819.

En los Anales de la Universidad publicó la mayor parte de sus trabajos, que después coleccionó en los libros siguientes: Vida de don Claudio Gay, Colección de Historiadores de Chile, Cronistas de Indias, Descubrimiento y Conquista de América, Proceso de Pedro de Valdivia, Historia de las Compañías de Chiloé, Vida y viajes de Hernando de Magallanes, etc.

En 1859 redactó El País, diario de oposición al Gobierno de Manuel Montt y colaboró en La Actualidad y La Semana. Estos trabajos le valieron la persecución y el destierro. Como proscripto recorrió el Uruguay, la Argentina y el Brasil. Su viaje fue de investigación histórica y de nuevos trabajos. Desde Río de Janeiro se dirigió a Europa y visitó a Londres, París y España, siempre guiado por la sed de investigación histórica. Visitó y estudió bibliotecas, academias y universidades.

A su regreso publicó varias obras y fue nombrado rector del Instituto Nacional, en cuyo plan de estudio introdujo mejoras notables e imprimió nuevos rumbos a la instrucción secundaria, de acuerdo con las ideas y conocimientos que había adquirido en el viejo mundo sobre estudios y métodos de enseñanza.

Fundó revistas que influyeron en el movimiento literario y contribuyó al prestigio de muchas otras como La Revistas de Ciencias y Letras, Revista de Santiago, del Pacífico, de Sur América, de Valparaíso, Revista Chilena, etc.

Es el publicista que produjo el mayor número de trabajos históricos americanos. En 1860 fue nombrado secretario general de la Universidad. Al incorporarse a ella como Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, pronunció un notable discurso elogiando al helenista Luis Antonio Vendel-Heyl. Compuso y publicó casi todos los textos de estudios para la enseñanza secundaria, todos aprobados por la Universidad: Compendio de historia de América, Elementos de Retórica y Poética, Elementos de Historia Literaria, Elementos de Geografía Física, Historia Moderna, Manual de Composición Literario, etc., etc. Escribió la Historia de la Guerra del Pacífico por encargo del Gobierno.

Pero su obra más importante, es la Historia General de Chile, premiada por el Gobierno de Balmaceda.

En 1892 fue nombrado Rector de la Universidad. Fue diputado en varios períodos, perito en la cuestión de límites con la Argentina, miembro de varias sociedades, academias y universidades y desempeñó varias cátedras.

Como perito en la cuestión limítrofe su conducta mereció admiración y aplausos y en ciertas ocasiones la paz entre ambos países dependió de su voluntad o de su palabra.

Fue contrario de Balmaceda en 1891, lo que hizo que abandonara inmediatamente sus cátedras universitarias, su peritaje de límites y su rectorado en la Universidad. Triunfante la revolución, reasumió sus funciones públicas y docentes y continuó prestando al país y a la instrucción los eminentes servicios que fueron como la base y el norte de su existencia.

Su muerte, ocurrida en noviembre de 1907, constituyó un duelo para su país y para las letras chilenas y americanas.

Biblioteca Barros Arana. Su hija Josefina, casada con Jorge Valdivieso Blanco, obsequió al Estado en 1920, a nombre de la sucesión, la valiosa biblioteca de Barros Arana.

El Ministro de Instrucción en esa época, Enrique Bermúdez, al agradecer la importante donación, decía al Sr. Valdivieso: "El Gobierno ha aceptado las medidas propuestas por el director de la Biblioteca Nacional, que concuerdan con los deseos manifestados al respecto por Ud. y su señora esposa, y considera que al instalar la Biblioteca del Sr. Barros Arana en el edificio de la Biblioteca Nacional, y al perpetuar su nombre en ese recinto, se rinde un justo y adecuado homenaje a la memoria del primero de nuestros historiadores, vinculada ya tan estrechamente al progreso de la intelectualidad chilena y de la enseñanza nacional".

Monumento a Barros Arana. A iniciativa del Ministro de Instrucción José Maza se dictó, el 24 de agosto de 1925, un decreto supremo cuya parte dispositiva dice: "Autorízase la erección en Santiago, de un monumento costeado por subscripción popular, y destinado a perpetuar la memoria del ilustre servidor público, e historiador Diego Barros Arana".

La biografía de un hombre como Diego Barros Arana no puede caber entre los estrechos límites de un diccionario. Sólo para la enumeración de sus obras A. Fuenzalida Grandón necesitó publicar un folleto. Es una vida múltiple, que abarca un extenso radio de la historia de Chile; y que ha merecido variados homenajes de la posteridad; y a cuya memoria han consagrado numerosos estudios y necrologías los escritores y periodistas del último medio siglo. Esta serie de manifestaciones, que es como la cristalización de la inmortalidad de un hombre, continuará a través de los años, como un tributo y glorificación póstuma en homenaje a un hombre que consagró su vida a la instrucción y a la historia de su patria.

Fte.: FIGUEROA, Virgilio, op. cit. en Bibliografía, págs. 139, 140 y 141, Tomo II.