Sobre el personaje (J.T.M.):
Nació en Santiago el 21 de Octubre de 1852 y murió
en la misma ciudad el 11 de Diciembre de 1930. Sus padres fueron el
juez José del Pilar Medina y Mariana Zavala.
Realizó sus primeros estudios en colegios particulares
de Talca, Valparaíso y Santiago, los continuó en el Instituto
Nacional. Ingresó luego a la Universidad de Chile, para estudiar
leyes, obteniendo el grado de licenciado en 1873 y enseguida el título
profesional de abogado. Su memoria de prueba se tituló: "Si
la donación es un acto o un contrato". Más no era
su vocación ni el ejercicio de la abogacía ni el de la
magistratura: desde muy temprano se sintió atraído por
las ciencias naturales, la etnografía, la literatura y, fundamentalmente,
por la historia, la bibliografía y la numismática.
Su vinculación con la Universidad de Chile se
inició en 1878 al ganar el certamen abierto por la Facultad de
Humanidades para ese año, con la memoria Historia de la literatura
chilena del coloniaje, desde 1541 hasta 1810. Luego, el 7 de Noviembre
de 1897 fue nombrado miembro académico de la Facultad de Filosofía,
Humanidades y Bellas Artes, y dos años más tarde -el 28
de Noviembre- secretario de la misma. Además, la Universidad,
aplicando el artículo 22 de la ley de 1879, publicó muchos
de sus libros.
En 1875 fue designado secretario de la legación
de Chile en Perú, y en 1884 de la de Chile en Madrid. En ambas
ocasiones su interés se orientó a recuperar para el país
valiosa documentación histórica. Su labor se vio interrumpida
en dos momentos, a causa de conflictos bélicos: al estallar la
guerra con Perú y Bolivia, en 1879, se incorporó al Ejército
como auditor de guerra, cargo que reemplazó -luego- por el de
juez de los territorios ocupados; y al desatarse la guerra civil, en
1891, debió expatriarse como medida precautoria puesto que había
sido regidor por Santiago durante la administración de Balmaceda
y había recibido ayuda del gobierno para sus publicaciones.
Medina fue un incansable viajero en pos de sus investigaciones.
Recorrió gran parte de América y Europa: en Lima tuvo
acceso al rico archivo del virreinato, en Madrid trabajó asiduamente
en el Archivo de Indias, y en el de Simancas descubrió la documentación
judicial de todos los tribunales del Santo oficio en América.
Las bibliotecas Nacional de París, la Vaticana, la de Turín
y el Museo Británico también se incluyeron en su itineario
de búsqueda.
La producción de Medina es abundantísima.
Cientos de volúmenes publicados componen el conjunto de su obra
que abarca muy variadas materias. Sin embargo, excepto por una reducida
parte del total, toda ella aparece guiada por un hilo conductor, que
es necesario conocer para apreciarla en toda su grandeza. Esto es: rehacer
el conocimiento histórico sobre el pasado de América hispana
toda, conocimiento enturbiado por las declamaciones románticas
y por los libros sin base de investigación. Sus incursiones por
otros campos o son esporádicos o significan un complemento de
la tarea principal. Las materias que ocuparon su esfuerzo pueden resumirse
así: bibliografía, estudios institucionales, etnografía
y arqueología, historia literaria, viajes de descubrimientos
y expediciones de conquista y población, numismática,
filología, publicación de fuentes históricas chilenas,
cartografía, biografías y obras misceláneas.
Ya en vida se reconoció su trabajo. Al cumplirse,
en 1923, sus cincuenta años de labor intelectual, se realizó
en Chile un grandioso homenaje al que adhirieron con entusiasmo las
naciones americanas además de España y Portugal. El 6
de Octubre de 1929, el gobierno español lo distinguió
con la Gran Cruz de Alfonso XII, que le fue impuesta en un acto celebrado
en el Salón de Honor de la Universidad de Chile.
Fue miembro de las más prestigiosas corporaciones
sabias de Europa y América. A la Real Academia Española
ingresó muy temprano, con el alto padrinazgo de Menéndez
y Pelayo, la Real Academia de la Historia, la Hispanic Society of America,
la American Numismatic Society, la Junta de Numismática Americana
de Buenos Aires, el Instituto Histórico y Geográfico de
Uruguay y la Junta de Historia Nacional de Montevideo, lo contaron también
entre sus miembros.
A su muerte, el Consejo Universitario acordó publicar
las obras y documentación que hubiese dejado inéditas
el historiógrafo y abrir un concurso con premio para la mejor
obra que se presentara sobre la vida y la labor intelectual de Medina.
En 1952, al cumplirse el centenario de su nacimiento, se realizaron
en Santiago una serie de importantes reuniones científicas destinadas
a apreciar sus trabajos y a poner de manifiesto su condición
de maestro al examinar lo que después de sus días, se
había hecho en los campos que él roturó.
Fte.: DE AVILA MARTEL, Alamiro, op. cit., en
Bibliografía, págs. 241 y 242, 1983.