El destino de los artistas ilustradores de
diarios pareciera ser el olvido, debido a que sus obras, pese
al talento y creatividad que demuestren, no están concebidas
para los museos. Son flores de un día y ellos lo saben,
pese a que pocas manifestaciones del arte requieren tanta
originalidad e inventiva. Pareciera, también, que aun
siendo numerosos los que desarrollan igual actividad con cierta
contemporaneidad, hay siempre uno que es el rey de su época.
Es lo que sucedió con Rojas en el pasado, en este siglo
con "Coke" primero, luego con "Lukas"
y hoy con Jimmy Scott. Prevalecen de manera indiscutida en
sus respectivos tiempos, hacen reír y emocionan a su
público, el que les toma cariño y admiración,
para más tarde, cuando ya no están, simplemente
olvidarlos.
Luis Fernando Rojas nació en Valparaíso,
en 1854. Aun cuando fue discípulo de Cosme San Martín
en la Academia de Pintura, reconoció como maestro a
Juan Bianchi, su profesor de dibujo en el Instituto Nacional.
Fue el litógrafo más brillante de su época
y con una casi increíble capacidad creadora. Excelente
retratista, ideaba hermosas alegorías que exaltaban
los sentimientos patrios de los lectores de los diarios que
publicaban sus obras, en especial durante la Guerra del Pacífico.
Ilustró las obras de Julio Bañados
Espinosa, Diego Barros Arana y Benjamín Vicuña
Mackenna. Este último, con su generosidad proverbial,
quiso mandarlo a estudiar a Europa, financiándolo con
su propio peculio, pero Rojas no pudo aceptar por encontrarse
enferma su madre y estar próximo a contraer matrimonio.
El trabajo de Rojas en la litografía
marca una etapa de esplendor al conciliar las virtudes del
dibujo, la descripción anecdótica, el trasfondo
histórico y cariño evidente por el oficio.
Se encontraba inválido en un asilo de
Santiago cuando murió en 1942.
Fte. de extracto: SOTO ALIAGA, Jaime,
op. cit. en Bibliografía, p.372.
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